Tengo que dar gracias a Dios por haber nacido en el seno de una familia cristiana y cofrade, por haberme inculcado el amor por mi tierra, sus costumbres y tradiciones y, dentro de éstas, a la Semana Santa…, por ello, hemos de demostrar cómo vivimos y sentimos los palentinos la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, proclamando en voz alta y sin escondernos los valores que se han ido depositando en nosotros desde pretéritas generaciones. Es en las calles donde habita la memoria de nuestra Semana Santa, porque allí la vivieron y nos la enseñaron nuestros mayores. Por sus rincones y aceras aprendimos a ver cofradías, a sentirlas como propias y a quererlas a todas. Nosotros estamos aquí hoy porque antes ellos nos legaron su fe, nos enseñaron a rezar delante de un «paso» y a reconocer a Cristo y a María en sus imágenes.